Nosatalgia
Siento el vuelo de tu nombre rondando en derredor, los lejanos recuerdos plasmados en mi interior, arrastran vivencias que pensaba olvidadas; las tambaleantes y pequeñas piernas dando sus primeros pasos, luego de libar el tierno seno materno, los sonidos intimidantes de ladridos, que pronto aprendí que no eran más que exultante alegría, resonando en el patio soleado y sombreado de esa niñez que acunó juegos, experiencias y aventuras.
Crecer no es solo aumentar la estatura, significa descifrar interrogantes, sentir el ruido de la semilla al salir de su encierro, para convertirse en hoja que emerge de la misma madre tierra que amamos y en ocasiones destruimos.
Mas el pequeño lugar de nuestro entorno que integra el mundo en que vivimos y nos desarrollamos, luego nos hace asumir nuestra propia insignificancia, comprendiendo que somos parte de algo enorme, diverso, complejo e intimidante, amigable o inamistoso… al cual debemos insertarnos intentando comprender nuestra función, persiguiendo un destino que forma parte de nosotros mismos y puede depender de las actitudes que asumimos desde el mismo día en que nacimos.
Luego llegan las manos amigas, el primer beso escondido y tembloroso, las decepciones que traen los fracasos, con heridas sangrantes que abonan la experiencia, ayudando a madurar los sueños, y los pequeños triunfos alcanzados que marcan las batallas ganadas a la vida.
Sé que tu nombre es recuerdo de cosas que no volverán, algunas de las cuales deseamos olvidar. El mundo ha cambiado y me ha cambiado, las mismas cosas, los actos repetidos en el tiempo día a día cambian su importancia, nuestra memoria analiza y clasifica basada en lo vivido, la conciencia adquiere un peso singular, adquiere calidad de racional… somos otros, cambiamos, somos distintos, pues la existencia ha dejado cicatrices imposibles de borrar.
Y el proceso continúa, hasta llegar al límite de nuestra vigencia como seres pensantes, capaces de decidir y definir, en ocasiones extraviados en la nube que oscurece el pensamiento, en otras deslumbrados por centelleantes y fugaces reminiscencias que reflejan rostros no olvidados.
Es entonces, que volvemos a tener las temblorosas piernas con las cuales recorrimos el patio de nuestra infancia; cuando al fin alcanzamos los sueños perdidos, en ese universo distinto que ahora es sólo nuestro; sin temores que nos inquieten, sin pensar qué nos deparará la suerte… pues en ese limbo no existe siquiera el miedo a la muerte.
Nostalgia, aléjate de mi lado, no deseo me regreses al pasado, déjame vivir soñando en mi nuevo mundo de fantasía, sin reconocer las personas que me amaron, tal vez amigos o hijos, olvídame y luego permíteme penetrar nuevamente al útero materno… después de vivir toda una larga vida.
Siento el vuelo de tu nombre rondando en derredor, los lejanos recuerdos plasmados en mi interior, arrastran vivencias que pensaba olvidadas; las tambaleantes y pequeñas piernas dando sus primeros pasos, luego de libar el tierno seno materno, los sonidos intimidantes de ladridos, que pronto aprendí que no eran más que exultante alegría, resonando en el patio soleado y sombreado de esa niñez que acunó juegos, experiencias y aventuras.
Crecer no es solo aumentar la estatura, significa descifrar interrogantes, sentir el ruido de la semilla al salir de su encierro, para convertirse en hoja que emerge de la misma madre tierra que amamos y en ocasiones destruimos.
Mas el pequeño lugar de nuestro entorno que integra el mundo en que vivimos y nos desarrollamos, luego nos hace asumir nuestra propia insignificancia, comprendiendo que somos parte de algo enorme, diverso, complejo e intimidante, amigable o inamistoso… al cual debemos insertarnos intentando comprender nuestra función, persiguiendo un destino que forma parte de nosotros mismos y puede depender de las actitudes que asumimos desde el mismo día en que nacimos.
Luego llegan las manos amigas, el primer beso escondido y tembloroso, las decepciones que traen los fracasos, con heridas sangrantes que abonan la experiencia, ayudando a madurar los sueños, y los pequeños triunfos alcanzados que marcan las batallas ganadas a la vida.
Sé que tu nombre es recuerdo de cosas que no volverán, algunas de las cuales deseamos olvidar. El mundo ha cambiado y me ha cambiado, las mismas cosas, los actos repetidos en el tiempo día a día cambian su importancia, nuestra memoria analiza y clasifica basada en lo vivido, la conciencia adquiere un peso singular, adquiere calidad de racional… somos otros, cambiamos, somos distintos, pues la existencia ha dejado cicatrices imposibles de borrar.
Y el proceso continúa, hasta llegar al límite de nuestra vigencia como seres pensantes, capaces de decidir y definir, en ocasiones extraviados en la nube que oscurece el pensamiento, en otras deslumbrados por centelleantes y fugaces reminiscencias que reflejan rostros no olvidados.
Es entonces, que volvemos a tener las temblorosas piernas con las cuales recorrimos el patio de nuestra infancia; cuando al fin alcanzamos los sueños perdidos, en ese universo distinto que ahora es sólo nuestro; sin temores que nos inquieten, sin pensar qué nos deparará la suerte… pues en ese limbo no existe siquiera el miedo a la muerte.
Nostalgia, aléjate de mi lado, no deseo me regreses al pasado, déjame vivir soñando en mi nuevo mundo de fantasía, sin reconocer las personas que me amaron, tal vez amigos o hijos, olvídame y luego permíteme penetrar nuevamente al útero materno… después de vivir toda una larga vida.