La influencia del amor
Cuando Nicolás traspasó la puerta de su hogar, lo primero que sus pupilas percibieron fue la figura de su esposa, apoyada con ambos codos en el brocal de piedra del pozo… y sintió que era el momento de hacerlo.
Hacía varios días que buscando un objeto perdido, había encontrado las viejas cartas que revelaban su traición y los nubarrones del honor mancillado pedían a gritos la justa venganza.
Quería matarla, tenía el momento y la oportunidad; solamente debía empujarla hacia la profunda oscuridad del agua. Sin dudarlo, se fue acercando lentamente a su odiado objetivo.
Sus pasos no producían ruido alguno sobre el mullido césped, avanzó hacia la mujer ensimismada en sus pensamientos y la abrazó por la espalda tomándola de la cintura… “empujándola por sobre el borde del aljibe, con determinación y frialdad, hasta sentir el sordo sonido del cuerpo estrellándose en el fondo”.
Fue entonces que el escritor, sintió la mano de la pequeña niña apoyándose en su pierna, con su etéreo camisón rosado y su aflautada voz diciendo “vine a despedirme antes de dormir”. La alzó en sus brazos sentándola en las rodillas y recibió su tierno beso en el rostro, escuchando como en tantas noches de vigilia creativa un “hasta mañana papá, te amo mucho”.
Luego con su relato casi terminado, la furia de Nicolás (su personaje literario) se desvaneció.
Suprimió las últimas palabras escritas y dándole un nuevo final las sustituyó por… * la hizo girar acercándola a su cuerpo y besó sus labios, mientras le decía: “sé que hace un tiempo fuiste infiel, pero deseo que reconstruyamos nuestra relación, aún te sigo amando y sé que todavía me amas, pese a tu antiguo error”.
Luego, finalizada su tarea, entrecerró los ojos y se recostó en la silla, satisfecho consigo mismo e invadido del amor que lo rodeaba.